1 jun 2008

Yo tengo fe

"Ser de Alianza es una pasión diferente
que para siempre
llevo conmigo"

Comando Svr


Es en estos momentos donde se ve a los hinchas de verdad. Cuando las papas queman, muchos quieren bajar los brazos y caer en el abismo profundo de la desesperanza, los corazones de los que ciertamente están enamorados de los colores de una camiseta, siguen palpitando, nutriéndose en tiempos de sequía y derrotas del solo amor presente en un pueblo que sufre mucho, pero alienta más.

Como en el partido contra Sao Paulo para la Copa Libertadores 2007, cuando ya habíamos perdido todos los anteriores, no era ni siquiera "matemáticamente" posible coneseguir algo y como dijeron muchos, jugábamos por nada. Yo tenía guardia ese día en el Hospital Dos de Mayo y pedí permiso por tres horas, caminando ese 28 de febrero en ropa de cirugía con mis amigos de la universidad por Isabel la Católica para llegar a nuestro destino. Es cierto, no éramos muchos pero como me dijo uno de ellos, éramos los que débíamos estar. Y con tristeza vi que mi equipo realizaba una campaña desastroza, pero con orgullo vi que incluso cuando no había nada que ganar, mas que el honor, la fidelidad del pueblo acompañaba en las buenas y en las malas, como dice la canción. Cuando terminó el partido y volví a mi guardia, entrando a sala de operaciones el doctor, que sospechaba el motivo de mi ausencia, me preguntó si había valido la pena ir a ver a mi equipo perder. Yo le contesté con sinceridad y cariño que siempre valía la pena ir a ver a mi equipo.

Por eso, en el partido contra San Martín del año pasado en Matute al que no pude ir porque estaba en otro continente, tan lejos de la cancha pero tan cerca del sentimiento, a penas llegué a Roma fui a buscar una cabina para poder enterarme del resultado. Tenía puesta mi camiseta, que llevé a todo el viaje como muestra de que los amores se llevan a todos lados, y cuando entré y vi el resultado - San Martín 5, Alianza Lima 0 - por poco y me caigo de la silla. ¡Qué tristeza obtener un resultado así, pero qué dolor más fuerte el no haber podido estar en la tribuna al lado de mi equipo! Con más convicción que antes, lo quise más y esperé con ansias el volver a Lima para estar nuevamente ahí, donde el hincha debe estar: en el cemento.

Alianza Lima este año realizó una campaña pésima. El trabajo de Arrué no bastó y las falencias tanto tácticas, dirigenciales y emocionales nos había traído más tristezas que alegrías. Es así que cuando llegó el partido contra San Martín en el Callao, pensé que era oportunidad para una revancha y saliendo apurada con mil artilugios para poder llegar, nos fuimos con Beto al Miguel Grau. Llegamos y vi que era un partido muerto: jugar con un equipo que no tiene barra en absoluto ensombrece el ambiente. No éramos mucho otra vez, es cierto, pero nuevamente estuvimos los que debíamos estar. Y es entonces que llegaron los goles... en contra. Lo extraño fue que muchos no se daban cuenta hasta que volteaban - como yo en dos de los 5 que nos metieron esa noche - y veían en el tablero luminoso el resultado. Uno, dos, tres, cuatro... cinco. Parecía una pesadilla en cámara lenta, un suplicio decadente para nosotros, que veíamos estupefactos como estos individuos en la cancha jugaban todo menos fútbol, ponían todo menos corazón y sudaban todo menos la camiseta. Era descorazonador ver los intereses de miles - aunque esa noche solo hayamos sido cientos - en manos, o mejor dicho pies de gente que parecía jugar en cualquier equipo de barrio menos en Alianza Lima. Muchos de nosotros desesperaron, algunos ya querían irse y hasta concertaron ponerse de pie todos y salir al unísino para hacer sentir la protesta y rechazo ante esa actitud. Felizmente entraron en razón - nada se soluciona saliendo - y nos quedamos ahí, en ese frío del Callao puteando a jugadores que solo querían que se acabe el partido para terminar la verguenza, pero alentando a esos colores dueños del corazón. Cuando terminó el partido y la gente no sabía exactamente qué había sucedido, miraba el 5-0 en el tablero una y otra vez esperando que en una parpadeada el número aminore, empezamos a salir caminando despacio, meditando en qué estaba sucediendo con este equipo y cantando en voz baja: No puede ser blanquiazul, aquel que no haya llorado, aquel que no haya sufrido, cantando aquí en sur.

Luego de ese miércoles desastroso, muchos pensaron que era el debacle de Alianza Lima. El sábado, a solo tres días, jugábamos contra José Gálvez y todos pensaron que nadie iría al estadio. Que la tristeza había matado a la fe, que los resultados no nos habían acompañado y que el hincha aliancista estaba harto del fracaso. Pero no fue así, y es que Alianza Lima es más grande que sus problemas. Qué emoción el estar en sur, arriba en la fila más alta, en el medio donde siempre estoy y ver que poco a poco la gente iba llegando! Hombre, mujeres, niños, almas aliancistas que habían decidido apoyar a su equipo a pesar de tantas derrotas seguidas, a pesar de tantas penas. La tribuna fue haciéndose más grande con cada voz que se iba aunando al canto, al aliento, al amor. Ya lo había dicho la página de la barra: Aquí solo hay dignidad. Y estuvimos ahí, dejando garganta y corazón, gritando que como todos los años, esa tarde esa tarde esa hinchada había venido para estar a tu lado, para quedarse contigo. Una tras otra, arena tras arenga, el equipo se mostró diferente. Otra actitud, otro sentimiento, otro juego. La presión de toda esa masa de gente tuvo sus frutos y Aguirre nos regaló tres alegrías luego de tantas lágrimas. No era la absolución final, pero era un resultado positivo después de no sumar ni siquiera de a uno. Ya cuando terminó el partido y veía a todos salir desde arriba, me sentía orgullosa de esas tardes en las que mi hermano me enseñaba las canciones de Alianza y de a pocos me enseñaba a tener corazón.

Estamos en tiempo de receso por los partidos de la selección. Alianza ha respirado nuevos aires con la llegada de Páez que da a muchos una esperanza de cambio y mejora. La meta - lamentablemente - es quedar entre los 7 primeros ansiando campeonar en el clausura para pelear el título nacional. Creo que este técnico ha sido una de las contrataciones más acertadas que ha realizado esta directiva. Y es que así como en el sillón presidencial se enquistaron politiquetes, en la FPF se enquistó el incompetente de Burga, en la U se enquistó Gonzales, estamos ad portas de un nuevo dictador dirigencial en nuestra tienda. Franco, para ira de todos nosotros, a lo mejor está esperando que el Nene Cubillas vuelva a jugar en el equipo para convocar a elecciones. Cómo es posible que habiendo pasado tanto tiempo no se haya hecho nada y este señor se mantenga como presidente del club realizando compras de jugadores que rayan con lo ridículo e increible. El año pasado y lo que va de este año, hemos recibido no paquetazos sino PAQUETOTES, jugadores totalmente fracasados, sin atisbo de buena técnica o al menos coordinación para hacer algo bien. Nosotros los hinchas, la parte más importante de todo este baile, nos hemos jalado los cabellos y gritado a los cincuenta mil demonios cómo era posible la inclusión de esa sarta de idiotas que solo nos producían úlceras de stress por los goles perdidos, las pelotas cedidas y las humillaciones. Nadie sabe con qué criterios traían a técnicos desconocidos - caso Aguirre - qe se iban sin pena ni gloria pero con billetes, o a jugadores paupérrimos futbolísticamente hablando - Poroso y compañía que levanten la mano - que no aportan absolutamente nada pero sí cobran con puntualidad. El señor Serna ya es el caso estrella, un incompetente que para mí cortaba el césped en el club de donde viene porque aquí, al entrar a la cancha no solo no funciona sino que estorba, por eso creo que es mejor que lo expulsen para que deje hacer a los que saben su trabajo. La contratación de Montaño fue tomada como salvadora cuando en un equipo juegan 11, no uno contra el mudno entero.

Por todo esto, la venida de Páez, con buenas referencias en su trabajo en clubes y selección, da motivos para esperar. Esperar la mejora, esperar la entrega, esperar la técnica, esperar la magia, esperar sumar... en fin, esperar volver al lugar que Alianza Lima se merece. Para que el cuerpo avance, las partes deben hacerlo en conjunto. La dirigencia debe convocar a elecciones para que los socios (que con su número no son representativos) elijan a quien podría traer cosas buenas a Matute. Los socios deben exigir transparencia y trabajo correcto de quienes tienen obligación de hacerlo. Los jugadores deben exigirse al máximo, porque de mover la pelota viven y alimentan a sus familias, y deben tener en cuenta que no juegan en cualquier equipete de provincia, sino que están defendiendo la camiseta más gloriosa y entrañable del Perú. Y por último nosotros, los hinchas que cada domingo - y miércoles cuando se debe - están llegando a las puertas del estadio, con el mismo amor de siempre, con esa expresión de ir a ver a quien se quiere con la camiseta puesta y el deseo de entregarlo todo, debemos hacer nuestra parte sin importar el resultado, las circunstancias o el momento. No podemos votar en contra de la dirigencia o a favor de otra, no podemos jugar el partido ni arbitrarlo como quisiéramos, no podemos cambiar lo que no nos pertenece. Pero sí podemos responder por lo que es nuestro y nos mueve el sentimiento cada tarde que pasamos el umbral de Matute para entrar a la popular: alentar con alma, corazón y vida siempre, sin cesar.

Arriba Alianza!

Supayniyux