Napoleón Bonaparte
Acabo de leer tu mail, tranquilamente y sin renegar, tratando de respirar profundo y mantener la bilis donde pertenece. Mi conclusión: eres un payaso. No puedo decirte otra cosa porque prefiero reirme antes de colpasar por tu estupidez.
Recuerdo cuando te conocí hace más de dos años, en una de las noches de estudio en la casa de Carmen. Tú, minero, eras el primer puesto de tu promoción y estabas también en esa casa estudiando con el hermano de Carmen. Conversamos y de alguna forma, me di cuenta que tenías un gran coeficiente intelectual pero uno emocional que daba negativo. De alguna forma también, vi tu neanderthalismo un poco interesante (pienso en todas las veces en que las mujeres tienen un lapsus de percepción distorsionada de la realidad, un breve alejamiento del sentido común y racionalidad) Después de algún tiempo, ya que yo había terminado con el chico con el que estuve dos años - mal momento para comenzar una relación - decidí estar contigo y ver qué pasaba.
No pasaron ni tres semanas para darme cuenta de que eso no iba ni para delante ni para detrás. Yo sé que tú me querías, y sé que te esforzaste en que todo vaya bien pero nada se puede forzar en realidad. Lo que no es para ti, no se quedará contigo. Tú mismo te autodenominabas hombre-bestia y en realidad todo el tiempo que dedicaste en pulir tus estudios, lo perdiste en pulir tu personalidad. Tu falta de tacto, de cordura, de palabras ecuánimes, en pocas palabras tu tan celebrado intento por ser un hombre de Cromagnon más terminó por abrumarme. De alguna forma totalmente inexcrutable para mí, alguien te había hecho creer que tal forma de violencia y tontería nos gustaba a las mujeres (hombres, que no saben diferenciar cuándo es buena una imposición de fuerza que de alguna forma tierna te intimide, muy diferente a besos que te dejen heridas y dolores durante toda la semana) Así que con pocas palabras y en los mejores términos porque a fin de cuentas yo te apreciaba y tú me querías, se terminó lo que ni siquiera había terminado de iniciar.
Al tiempo yo volví con la persona con la que había estado tanto tiempo, y tú te conseguiste una enamorada de despecho - y no porque yo lo haya descifrado sino porque increiblemente tú me lo escribías en los mails - por lo que te deseé alas y buen viento. Tú te portaste mal un par de veces creyendo que al verte con ella yo iba a ingresar a un status de estigma y sangrar por las fosas nasales mientras convulsionaba de los celos que no me cabían en el pecho (todavía creo que los hombres han visto demasiado "Amores Prohibidos" o "El Noveno Mandamiento", entre tantas otras pastillas televisivas para atrofiar la mente) y yo obviamente solo sonrei esperando que los 5 años que me llevabas cronológicamente en algún momento salieran a relucir con un comportamiento alturado y no de ingresante a secundaria. Eras ya un ingeniero de minas y me pedías que no te hable por el msn porque tu enamorada se molestaba!! Así que te hice el favor y te bloqueé del msn, del Hi5, te borré del celular y de todo registro donde pudiera haber viso de comunicación contigo porque tu inmadurez llegaba a límites insospechados.
Te encontré en la fiesta de cumpleaños de Carmen. Para mi no sorpresa, tu enamorada no había ido. Y no pasó mucho rato para que te acercaras, primero en un plan de don juan (así, en minúsculas) y luego terminaste diciéndome que estabas con ella porque querías olvidarme. ¿Te parece de caballeros decir eso? Si en verdad piensas que una mujer valora que le digas que por ella estás envuelto en una relación que solo usas para olvidarla, dejando a tu enamorada como la más ridícula de las incautas, entonces no has leido el libro correcto. Sientiendo pena te deseé nuevamente mucha suerte y te pedi que jamás trates a una mujer como cualquier cosa, y que la chica merecía más respeto. Consejos que no oiste.
Mi relación después de tres años terminó y yo no volví a saber de ti hasta ese día que me llamaste. Mi papá, entre la coquetería, soberbia, inteligencia y responsabilidad, también me heredó el don de la clarividencia, a un paso de graduarnos de chamanes, y ni bien reconocí tu voz supe que habías terminado con tu enamorada. Te lo pregunté y me dijiste que sí, pero que no me llamabas por eso, sino que querías hablar conmigo de algo importante, y un largo bla elevado a la n más. A tanta insistencia, porque si te caracterizas por algo es por ser perseverante no siempre en el buen sentido de la palabra, accedí a una conversación en un café. Extrañamente cuando nos sentamos a conversar, te vi un poco cambiado. Te vi diferente, más educado, más ingeniero, más gente. Me alegré de tu mejora y te felicité porque a la larga, eso solo te beneficiaría a ti y a nadie más. Tú te portaste bien, no dijiste nada de más, ni siquiera cuando me contaste de lo mal que se había portado tu enamorada y como ahora estabas más solo que una ostra. Te dije lo único que podría haberte dicho en esa situación: "Sabes que para mí estás muerto, y jamás resucitarás, y si estamos hablando ahora es porque a nadie le afecta una conversación con un personaje de ultratumba, pero que eso te sirva de lección para no dejar de lado a amigos o personas importantes por una relación, porque cuando se pierden las cosas ya se pasó el tren del arrepentimiento y tú ni lo viste" Tú sorprendido, me escuchaste y me dijiste está bien. Se terminó el café y cada uno se fue a su casa, ni más ni menos.
Y ayer, que salgo tarde de clases y me voy a la verbena de mi universidad un rato para relajarme y divertirme un rato, llego y te veo ahí, con Carmen y unos mineros más. Saludo, un par de palabras y me voy a bailar. Lo curioso es que nuestra interacción en toda la noche fue un baile, un pásame el vaso y un a qué hora se van. Cuando ya era hora de irme, pregunto quién salía también. Para mi mala fortuna nadie tenía planeado despegarse de la orquesta, salvo tú, que también te ibas porque tenías que trabajar. Esos son los momentos donde enerva ser mujer (así como cuando quiero ir al estadio a ver a mi equipo y ninguno de mis amigos puede y yo me tengo que quedar en mi casa lamentándome el no ser hombre para cruzar con frescura Matute e ir a alentar), porque la salida de la verbena era peligrosa y aunque andar contigo era un peligro, el riesgo de ser asaltada en el puente que debía cruzar lo era aún más, así es que no tuve más opción que aceptar que me acompañes a mi casa. En fin, la tuya quedaba cerca.
Tomamos el taxi. Ya conociendo tus reacciones impulsivas y tus tonterías, me pego a la otra puerta porque a lo mejor se te cruzan los chicotes y algo dices o haces. Todo bien, conversamos tranquilos de Carmencita y su próximo cumpleaños y ya pronto llegamos a mi casa. Bajas, bajo y saco mi llave. Y es ahí como rememorando tu información genética, regesionando a los antepasados de lo que hoy se conoce como hombre cuerdo, te disfrazas por un momento de un troglodita. Pienso que solo te faltaron las pieles y el cabello largo para completar el cuadro. Me tomas de la mandíbula, utilizando la misma fuerza con la que en las películas el bueno le tuerce el cuello a los soldados malos, y transformas mi intento de despedirme decentemente en un beso-mordida-lesión forzado, doloroso, estúpido. Eso, ignorante del pensamiento XX, no es espontáneo, ni romántico, ni apasionado, ni impulsivo ni producto del momento. Esa maniobra es la consolidación pura de la idiotez. Y lo incrieble es que mientras yo trataba de safarme - no como en las novelas en que primero se ofrece una cuasi-resistencia que al final se transforma en un dame más - sino realmente de safarme, no pude hacer audible mi grito de suéltame porque tus fauces me lo impedían. Hasta que la adrenalina producto de la cólera de esos 3 segundos me dio fuerza para tirarte un puñete en la cara, que fue lo único que pudo hacerte entrar en razón. ¿Qué fue lo que pasó por tu cabeza? ¿Creiste que yo iba a corresponder tu beso bestial, abrazarte y decirte: no puedo seguir lejos de ti? En qué momento de los: no quiero tener nada contigo, tu no existes para mí, no me interesas, jamás volveré contigo o tu bestialidad es lo peor que Dios te ha dado, no fui lo suficientemente clara. No puedo creer que en verdad sigas pensando que las mujeres dicen ternura, pero quieren azotes y besos a la mala. ¿Qué pensabas, Erick, que en verdad iba a suceder?
Luego de largarte y tú de caer en cuenta de la tontería que habías hecho, entro a mi casa. Para mi peor suerte, recuerdo adentro que tú guardaste mi libreta de apuntes en tu mochila. Cosa imprescindible, para mi desgracia. Me llamaste 37 veces, y en la 38 te contesté para decirte: mañana me traes mi libreta, tírala por debajo de la puerta y desaparece luego de eso. Me voy a dormir molesta, porque no hay peor cosa de que te fuercen a algo, que lo que tú digas valga menos que un chancay y que la gente se burle de lo que tú quieres, o no. Fatal, hombres que no saben pensar.
Hoy me voy a la universidad con la certeza de que alguien más que conocía ha sido absorbido por la fuerza cósmica de la vanalidad y en pocas palabras, has muerto para mí. Tranquila voy en mi clases, hasta que mi batería se termina por las 21 llamadas que me haces, sabiendo que estoy en clase y que jamás te voy a contestar. Es que acaso los hombres, llegado un momento, usan un mecanismo bloqueador del sentido común, y no interpretan que si una mujer no les responde al tercer timbrado es que no puede, o por último no quiere hablar con ellos? En que momento de la formación de varones, se les inculca que el que la sigue la consigue? Cuándo fue que perdieron la capacidad de interpretar un no como NO, y no como lo que les venga en gana? Ya fastidiada, esperando que hayas dejado mi libreta por debajo de mi puerta y te hayas ido para siempre, salgo de mi clases y me voy a mi casa.
Estoy llegando a mi puerta y escucho mi nombre. Ahí estás, sonriendo como idiota, me das mi libreta y me voy. Tienes la graciosa frescura de preguntarme por qué estoy tan molesta, y solo atinas a sonreir cuando te largo de mi entrada. Te quedas parado afuera de mi reja, en una visión coríntelladista que me encoleriza y entro a mi casa. Cuando al fin ya te has ido, reviso mi libreta porque otra vez mis conexiones con Rosita Chu me dicen que alguna tontería has escrito. Efectivamente, me pones garabatos indescifrables y lo peor, tres hojas de corazones atravesados por una flecha. Los veo y no puedo dejar de recordar la época de Servando y Florentino y me asusto de pensar que tu edad mental se ha quedado estática en el tiempo. ¿Corazones atravesados? Por favor!! Luego de eso llamas 19 veces a mi celular, y 5 veces a mi casa, hasta que mi papá de la forma más notoria posible te hace entender que me fui al Tibet a visitar fallidamente al Dalai Lama y que probablemente no regrese nunca. Ni aún así te cansas y no paras hasta escribirme un mail.
Ese es el mail que acabo de leer. Yo me pongo a pensar... qué esperaba encontrar cuando vi que me habías escrito. Una disculpa, pensé. Un arrepentimiento, imaginé. Pero no. Empiezas diciendo el floro más alucinado que podrías dar. Me hablas de la naturaleza, del desierto, de los insitintos y de cómo éstos en los leones ayudan a su supervivencia, de cómo ellos se mueven por ese impulso genético y que la vida en la selva es difícil. Yo, interpreto que has alucinado muy feo con algún capítulo de la Nathional Geographic, me sorprendo cómo te comparas con los leones (¿?) y que ayer tú también seguiste tus instintos. Que no te arrepientes porque sino después te habrías preguntado que hubiera pasado si no lo hubieras hecho. Yo intepreto que te has querido sacar el clavo y que poco o nada te importó el puñete que te di. Luego dices que ayer compatibilizamos tanto, acompañados de la orquesta, que nos imaginaste a los dos y recordaste los tiempos en los que éramos felices juntos. Yo interpreto que tienes algún grado de daño cerebral porque si para ti compatibilizar tanto es que estés parado a un metro mío, sin hablarte, y si para ti el tiempo que fuimos felices son 3 semanas insufribles, entonces no hablamos el mismo idioma. Y para terminar, me dices que ojalá se me pase pronto y ya no te de la mirada de "eres un niño malcriado" y un de estos días conversaremos sobre la vida. Yo interpreto que eres un payaso, que cree que esto es un episodio de asma que pronto se me va a pasar y que confunde una mirada de eres malcriado con una mirada de "desvanécete de la atmósfera en la que yo habito". Y si de verdad piensas que claro, uno de estos días te voy a dar una llamada para ir a tomar un trago conversando de la vida, mientras espero pacientemente a que te de un ataque de estupidez de nuevo y me quiebres y lastimes la mandíbula en tu intento de agredirme (lo que para ti es besarme), entonces pienso que el mercurio que utilizas para diluir el mineral en la mina se ha filtrado peligrosamente en tu masa encefálica y no te está permitiendo usar el lóbulo temporal adecuadamente.
Te recomiendo, minero, que te consigas una muñeca. Descarga con ella tus instintos tanáticos, deja que pasen los años y la naturaleza haga su trabajo y cuando por fin tu psique haya madurado lo suficiente y hayas entendido cómo funciona este mundo y cómo funcionan las mujeres, te busques una mujer que te soporte. Pero una con una boca muy muy grande.
Supayniyux