El recuerdo más antiguo que tengo de ti, Sandro, es cuando me enseñaste sobre el sistema solar. ¿Te acuerdas? Estábamos tomando desayuno y yo te pregunté por qué el sol se iba y venía. Entonces tú tomaste la lata de Nescafé que se convirtió en sol, y el azucarero de metal que luego fue la Tierra, y empezaste a hacer todos unos movimientos alrededor de la mesa con sonidos y efectos especiales para que yo te entendiera y luego me hiciste sostener el servilletero y así creamos nuestro mini sistema planetario nada menos que en nuestra propia cocina. Yo a mis 4 añitos quise explicarle igual a mis amiguitos del jardín pero no lo logré. La magia estaba en tus efectos especiales.
También me acuerdo cuando yo estudiaba en Miraflores, 2do de primaria, y tú me llevabas en el Enatru camino a tu trabajo y me ibas contando sobre la fábrica y cosas de Huaraz mientras atravesábamos toda la ciudad juntos. Ahí me enseñaste que los niños chiquitos deben bajar primero porque sino el conductor del micro no los iba a ver por el espejo y podía cerrar la puerta sin darse cuenta que los pequeñitos estaban bajando. Por eso yo me bajaba en el paradero primero que todos los adultos, mientras tú me veías sentado y te despedías con la mano, y yo luego de hacerte un adiós con mi manita caminaba dos cuadras con mi mochilita y mi lonchera a mi colegio. Entonces las profesoras en la puerta me preguntaban si había ido sola al cole y yo les decía que mi hermano mayor me había dejado en el paradero pero como era grande, tenía que ir a trabajar.
Y la vez que me regalaste el cancionero de Alianza Lima para que cante contigo aunque sabía que nunca me ibas a llevar al estadio, pero bueno pues, la ilusión bastaba y yo me llegué a aprender algunas, que ahora cuando escucho en tribuna me hacen acordar a ti. Tantas cosas que me enseñaste cuando vivías en la casa Sandrito. Aunque también te beneficiaste de tenerme como hermana menor porque hasta saliste con mi profesora Verónica de 1er grado, aunque yo también gané de esa experiencia ya que nunca me dieron tantas estrellitas ni caritas felices.
Claro que tenías tus arranques, como cuando gritabas desde la ventana de mi cuarto: Ceciliaaaa!!! Entra a comer!!! Y no solo yo sino mis amigos y todo el parque entero en el que vivíamos se enteraba que era hora de la cena y yo tenía que decir que mi hermano era medio loco y que mejor me iba rapidito a mi casa. Muchas veces discutimos, muchas veces me gritaste y muchas veces lloré, pero siempre lo bueno fue mucho más grande que lo malo.
Por ti se como fue el arribo de Colón a América, por la forma que me contaste sobre tu profesor que los hizo subirse a todos al escritorio de tu salón, como si fuera un barco y les gritaba: Remen!! remen!!! mientras zarandeaba el mueble simulando las tribulaciones del mar. Y Rodrigo de Triana, tu amigo Pepito subido a una de las carpetas con el trapeador como mástil, gritaba: Tierra!! Veo tierra!! Cuántas cosas Sandro, desde tus enseñanzas, tus gritadas hasta tu bandera aliancista... Cuánto tiempo y vivencias juntos en la casa.
Por eso cuando te fuiste a Holanda a trabajar, me sentí como se sienten las cosas buenas que duelen. Tristeza por tu partida, alegría por ti. Tú ya no vivías en la casa por varios años, pero la lejanía de un hermano siempre es importante. Ya allá, con la increible capacidad de trabajo y ese ímpetu que siempre tuviste, decidiste quedarte. Nosotros fuimos a verte el año pasado y me di cuenta que eres feliz allá. Conocimos a tu chica, la holandesa que ahora es tu esposa y supimos que tu vida iba viento en popa.
Por eso cuando te fuiste a Holanda a trabajar, me sentí como se sienten las cosas buenas que duelen. Tristeza por tu partida, alegría por ti. Tú ya no vivías en la casa por varios años, pero la lejanía de un hermano siempre es importante. Ya allá, con la increible capacidad de trabajo y ese ímpetu que siempre tuviste, decidiste quedarte. Nosotros fuimos a verte el año pasado y me di cuenta que eres feliz allá. Conocimos a tu chica, la holandesa que ahora es tu esposa y supimos que tu vida iba viento en popa.
Y ahora Sandrito, eres papá. Mientras escribo, con los ojos brillando y con mucha emoción, no sabes cuan alegre estoy. Tú, el que nunca pensó casarse, el rebelde, el del carácter para hacer correr a cualquiera y el que más merecía ser feliz, has encontrado una mujer que te quiere - es muy blanca para mi gusto pero te quiere y eso es bastante jaja - y tienes ahora en tus brazos a un pedacito de vida que alumbrará tus días. He visto tus fotos y eres otro Sandro, emanas una dulzura y un cariño como nunca te vi, como el papá chocho que recibe un viento de felicidad y un motivo inmenso para vivir y ser cada día mejor. Esta pitufita, Noelia, ha llegado para engrandecer tu vida y hacer tus días maravillosos, igual que a tu esposa. Me apena muchísimo el no poder estar ahí, verás, miles de kilómetros nos separan y pasará mucho tiempo para poder cargarla y arrullarla, y tocar sus manitos chiquitas que caben en la palma de mi mano, pero así es la distancia. Sin embargo, el tiempo pasa volando así que cuando vengas a visitarnos o vayamos de nuevo por allá, seguro me la llevaré de paseo en su coche por las calles y le cantaré.
Mientras llegue ese día Sandrito, quiero que sepas que todos aquí somos felices por ti. Mi mamá le tejió el roponcito con un cariño inmenso, y mi papá le anda diciendo a sus amigos que ya nació su séptima nieta. Yo le compré un vestidito aliancista y seguro me mandarás las fotos cuando se lo ponga. Todos esperamos verlos pronto Sandro, sobre todo yo. Que aunque eres mi hermano mayor, de alguna forma pude ver ese instinto paternal, ese cariño y ese amor que dabas mientras sostenías mi mano chiquita cuando me llevabas a mi cole, y mientras sostenías mi mano cuando bailaste conmigo en mis 15 años. Tú mas que nadie serás un buen padre y cuando eres feliz, nosotros también.
Te quiero mucho Sandro, a la distancia.
Supayniyux

Te quiero mucho Sandro, a la distancia.
Supayniyux
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